El 9 de noviembre de 1889 se inauguró el mercado construido por la Sociedad de Progreso de Caballito, ubicado en la calle Rivadavia esquina Silva (hoy Barco Centenera), frente a las casas de Ocantos y al lado de un edificio en ruinas.

El local fue bendecido por el Padre de Flores, padre De vita, y contó con dos bandas de música que acompañaron el acto, que culminó con una reunión social en el hotel Roma. La reunión contó con los puesteros, vecinos, autoridades y personajes como el doctor Enrique Quintana.

El Mercado del Progreso fue poblado por trabajadores en su mayoría inmigrantes, y abastecía principalmente a los barrios de Almagro, Caballito y Flores.

1940
1950

Entre tantas historias que rondan al mercado, una dice que en 1890 fue usado para el reclutamiento de tropas para la revolución de ese año y que en su momento, hasta fue comparado con los mercados de París.

Los espacios al aire libre se cubrían en esa época con toldos para cubrir la mercadería, mientras que en la década del ‘30, se decoró el frente del edificio con el nombre de mercado utilizando letras art-decó que actualmente están bajo la nueva cubierta.

Los materiales con el que fue construído fueron hierro, ladrillo y mármol, y la disposición de su estructura, hacían que las condiciones de ventilación y limpieza y su estudiada orientación, lo convirtieran en uno de los más higiénicos para su época.

El pabellón central estaba exclusivamente reservado a la venta de carne. Completamente libre, sin paredes que impidieran circular libremente el aire, y cerrados los puestos durante la noche por planchas de hierro, tenía una excelente ventilación directa.

En una de las galerías laterales donde había anchas tablas de mármol con fuentes de aguas constantes, se vendía exclusivamente pescado que podía ser lavado y aún conservado en agua con gran comodidad. El resto de las galerías estaban dispuestas para la venta de hortalizas y frutas. En total eran 53 puestos.

El mercado estaba bien provisto de agua por medio de dos fuentes colocadas en el centro. Todos los departamentos estaban provistos de agua, de manera que la limpieza podía se inmediata y completa.

1956
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Roberto Arlt, un agudo observador de los personajes de Buenos Aires, no puede olvidar lugares típicos de esta ciudad, es así que en su novela “El juguete rabioso” su protagonista recorre el mercado “El progreso” vendiendo papel de diario para las pescaderías y carnicerías.

El Mercado consta en la actualidad de 17 negocios ubicados hacia el exterior y 174 puestos interiores distribuidos en una superficie de 3600 metros cuadrados.

El cerramiento del pabellón central se suprimió por formar parte los puestos del espacio central interior. El acceso por el pasaje transformó su escala en peatonal, anulando la entrada de carros, y cubriendo los adoquines con baldosas. Hoy es utilizado por los proveedores de mercaderías.